viernes, 17 de noviembre de 2017

De lo que fueron y ya (casi) no son.

Abro compuertas sobre dos temas que casi tengo superados, para dar un poco de luz a alguien que lo necesite, para que no se sienta tan solo, para que encuentre algunas cosas que me funcionaron a mi, así como para recordarme en un futuro por dónde pasé y cómo pude superarlo (y si se repite ponerlo en práctica otra vez).

1. Pensamientos repetitivos: "no voy a poder aprobar", "tanto esfuerzo no va a servir para nada", "me voy a encontrar con tropocientos años y cero experiencia, nadie me querrá contratar" y un largo etcétera. Desde luego una actitud NADA positiva, ya no digo para aprobar, sino para afrontar el estudio. Eran pelotas mentales que campaban a sus anchas en cuanto un artículo se me atragantaba o había un imprevisto que me retrasaba el estudio. Era una situación de la que era consciente y que me había propuesto superar, porque sino sabía que lo que remaba estudiando lo deshacía en lo mental. 

Para eso, un ejercicio, 10 minutos durante una semana (crono en mano) de "tiempo de preocupación". Me preocupaba a muerte, y lo escribía. Preocuparme hasta el punto de escribir que podía acabar muriendo de inanición porque nadie me iba a contratar, a mi familia le atropellaría un tren y lo poco que me quedaba perecía en un incendio. Drama puro, vamos. Pero eso sí, 10 minutos, ni uno más ni uno menos. A lo largo del día, comenzaron a desaparecer esos pensamientos agobiantes, y si aparecían, solo había que pensar "bueno, bueno, yo de esto ya me he preocupado antes y me preocuparé mañana, ahora a lo que toca".


La técnica funcionó tan bien, que el séptimo y último día de este ejercicio, me daba tanto asco, pero tantíiiiiiiiiiisimo asco preocuparme, que ni me puse a pensar ni mucho menos escribir. Desde entonces, esas pelotas mentales han desaparecido, y si vienen, viene una solitaria y triste, que con que sople un poquito, sale de escena y no reaparece empañando el estudio.

2. Ansiedad por el examen: no era ansiedad porque el examen estuviera cerca, ni siquiera porque hubiera convocatoria, era ansiedad por pensar en el examen. Un nudo en el estómago, una idea de "mira, esto es imposible". 

Una solución sencillísima, convencerme de que el aprobar no es el objetivo, es la consecuencia. Se me escapa de las manos manejar ese aprobado, porque es algo formado por muchos otros pasos pequeñines, más fáciles de controlar. Aunque es cierto, no nos vamos a engañar, y el aprobado es el objetivo, pero pensarlo como el GRAN objetivo, psicológicamente no me ayuda, al contrario, me resta, porque dejo de estar apostando a corto plazo, para apostar a largo, y el largo, como todos sabemos, es muy etéreo y sobre todo poco (poquitísimo) manejable.

Para mi ha sido la gran revelación de 2017. Ya veis la chorrada tan grande. Que es que señores es una consecuencia. Pero me ha devuelto el empuje en los cantes, a llevar los temas niquelaos (ese SI que es mi objetivo todos y cada uno de los días), a dejar de pensar tanto en un futuro examen y concentrarme mucho más. 

Así que si, aquí os he presentado los que fueron y (casi -porque nunca se sabe si se han ido del todo) ya no son. Ahora a por lo siguiente.

No estancarse es avanzar! Ánimo!

viernes, 10 de noviembre de 2017

La justa medida.

O aquello de que en el punto medio se encuentra la virtud. Salgo de una semana en la que recibí el primer cante "una caricia" y el segundo "un tortazo" del preparador. A los halagos soy casi inmune, porque no me los creo, lo de que me regalen los oídos se me da fatal porque yo veo mis mil fallos y mis imperfecciones, así que mira, el insuflar orgullo me duró el doblar la esquina de la casa del preparador. 

Sin embargo, los tortazos...ay, los tortazos,...qué bien los recibo, casi que me relamo con ellos y mi cara solo pide un "dame más, dame más". Porque es salir de allí, y parece que con cada paso soy más pequeña, más torpe, más pánfila y más de tó'. Así que, a la mañana siguiente, os podéis imaginar que para desayunar la fusta está preparada y encerada, lista para utilizar.

Pero esta mañana, aunque estaba ahí, me "ha puesto ojitos" y no os negaré que he estado a un tris de darle a la matraca, he preferido respirar, coger el tema del tortazo y ver mis fallos, su gravedad y el motivo de que sucedieran (¡bendito raciocinio que en mi casa estés siempre presente!). Los fallos existieron, pero fueron problema más de cabeza, de anticipar el error (aquello de la profecía autocumplida, soy maestro dan cuarto, os lo aseguro). Cuestión de confianza, vamos.

Además, también hay que ser consciente de que los preparadores están para apretar las tuercas. No es posible que en la misma semana haya pegado un cambio para muchísimo mejor y que empiece a dominar el temario, y a los dos días, esté como al principio de los tiempos con los retrasados. Teniendo en cuenta de que el prepa, este último día, repartió estopa a todos mis compañeros...probablemente quiso ponernos las pilas, y aunque es verdad, que los puntos flacos están ahí, no hay que dejarlos de lado y trabajar en ellos, pero no es algo para que esto parezca cualquier paso de semana santa. 

Así que ni en las nubes, ni bajo tierra, hay que seguir trabajando y no levantar la vista más allá del próximo tema, del próximo cante.

No estancarse es avanazar! Ánimo!