viernes, 13 de junio de 2014

Somos de lo que no queda, reconozcámoslo



 

Somos de lo que no queda reconozcámoslo, en una sociedad que se desvive por el ya, por el ahora, por la recompensa fácil y por el reconocimiento social, tu y yo estamos aquí trabajando para un objetivo indeterminado en el tiempo y que además requiere algo más que calentar la silla en una oficina.

Si nos fijamos estamos en una sociedad en la que se sigue la máxima de producir al menor coste posible para lograr el mayor beneficio. Y nos encuentras a los opositores, luchando por ese beneficio máximo sin importarnos el coste de producción. Para los economistas somos un sinsentido, para los filósofos demasiado materialistas. 

Los que dicen que los opositores somos gente aversa al riesgo no nos conoce, averso al riesgo es diversificar fuerzas y tiempos en una pluralidad de actividades -por si acaso me despiden, por si acaso el mercado quiere cubrir otras necesidades…- Los opositores somos de emociones fuertes, de deportes de riesgo, de inversiones en tiempo de crisis, de trabajar por un futurible futuro que nadie nos garantiza –y que si no llega, solo dios sabe qué será de nosotros. ¿aversión al riesgo es invertir todo lo que tenemos (el tiempo) completamente a ciegas y esperando tener una buena mano?

Somos unos avanzados a nuestro tiempo, reconozcámoslo, porque vivimos en una sociedad con una gran crisis de valores, no solo económicos sino también morales, donde prima el ser más que nadie. Y va y los locos de los códigos nos ponemos a emplear todas las fuerzas por el interés común, por la satisfacción personal, por la autorrealización (más de uno al explicarle esta última idea me ha soltado aquello de “ya verás como cambias de idea cuando seas mayor”).

Es más, donde otros buscan un reconocimiento social –yo trabajo en uno de los Big Four o me han ascendido y he dejado de ser el vicelacayo segundo para pasar a ser el lacayo primero del jefe de la secretaria- nos mantenemos en un discreto segundo plano, celebrando internamente los buenos cantes, sin necesidad de pregonarlo a bombo y platillo (bueno, a veces reconozcamos que si, pero son los menos). 

Hoy vengo a decir que me siento enormemente orgullosa de ser opositora, porque me demuestro día a día mi fortaleza interior y que la voluntad todo lo puede; que no se necesita un jefe para seguir un horario y que la constancia si tiene premio.

Como opositora tengo la innegable ventaja de conocerme de verdad, de analizar mis debilidades para mejorarlas y de potenciar todas esas ventajas que marcarán la diferencia con relación al resto de postulantes. Porque todo este tiempo de “comecocos” sé que servirá para ser más ágil en la toma de decisiones en mi vida diaria, y por qué no, en tener un plus de madurez en relación a gente que no ha pasado por este camino.

Soy consciente de que dejo de lado eso que llaman el trabajo en equipo, pero nadie me quitará el saber trabajar bajo presión (horas precante que cunden más que el último trozo de papel higiénico) o a contrarreloj (ese último apartado que dura 2 minutos y el crono te avisa que solo cuentas con uno). Así que mis aptitudes tampoco son tan divergentes con las de cualquier trabajador.

Hay días que, efectivamente, lo de ser una “simple” opositora no lo llevo bien, sobre todo cuando me abofetean las buenas nuevas en la vida de los demás, de las cuáles me alegro (faltaría más), pero mi inquietud interior me recuerda que mi vida está en stand by. 

De todos esos momentos de frustración surge esta reflexión, que no trata sino de recordarme todos esos valores que la palabra “opositor” entraña, que gramaticalmente significará lo que quiera la RAE que signifique, pero para mi una persona que se presenta como opositor, tiene un plus, sobre todo y más que nunca, ahora.

"La diferencia entre ordinario y extraordinario, 
es ese “extra”".

4 comentarios:

  1. Mira que me lo han dicho a veces y aún no me lo creo, a mi es que la decisión me parecó tan natural... si que es verdad que llevarla a cabo no siempre es fácil, y que muchas veces te preguntas que hubiera pasado si tu vida fuese de otra manera, pero será que tenemos ese extra que no se puede explicar y que nos hace ser como somos y tirar para adelante pese a todo.

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    1. Si, a mi también, de hecho no me veo haciendo otro trabajo. Y también te doy toda la razón, el día a día es la peor parte de nuestro trabajo, porque en el fondo los meses a la que te das cuenta pasan volando. Ese extra que no se puede medir, que es intangible pero que está ahí, estoy convencida que es el que nos llevará a cumplir metas. Un besote y feliz semana!

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