viernes, 3 de julio de 2015

Como los resfriados.

Querida, sé que estás asustada. No. Miento. Estás acojonada, con cada una de esas letras atragantadas en mitad de la glotis. El mismo punto donde en ocasiones se juntan los nervios y la ansiedad (que ya es hora de que lo reconozcas, que haberla hayla como las meigas), que no te dejan dormir bien o te aceleran el corazón hasta tener que hacer alguna que otra respiración.

No escondas esa hipersensibilidad a flor de piel, que te hace parecer un gato esfinge: un saco de huesos, carne y unos ojos enormes que lo miran todo con una especie de miedo y curiosidad. Esa misma hipersensibilidad que te hace vivir cada cosa con una angustia vital de que te estás perdiendo cosas, no cosas que no te pasen o que no hagas, sino las mismas cosas que vives pero no, al mismo tiempo. 

No es que no seas feliz ¿a que no? Pero prefieres no plantearte qué sentimiento es el ahora hace latir tu corazón. Y eso sirve tanto para los sentimientos como para el hambre, que lo mismo está que no. No es momento de tomar decisiones, pese a que haya sido necesario adoptarlas, simplemente porque caminas en una fina línea entre la realidad extrarregistral (la vida) y la registral (los libros). Perdona el perogrullo jurídico.

Pero mi niña, esto es como un resfriado, hay que pasarlo. Aunque te parezca que eres el saco de boxeo con el que los veteranos se ensañan en sus días más duros, es al revés, eres el guante de boxeo que entrena para poder dar el golpetazo definitivo que te dé la victoria. 

Sé que has tenido momentos de flaqueza -ay si tus ojos fueran más grandes, acababas con la sequía del país en un periquete- pero te propongo esta reflexión. Tu vida es tuya, de nadie más, por ende tu tiempo y lo que haces con él y lo que consigues con ello, también te pertenece. Así, si en esta ocasión no alcanzaras el objetivo, ¿a quién vas a rendir cuentas? A ti misma. Por tanto, si se diera ese supuesto, tienes que ser consciente de que ayer, hoy y mañana, estás haciendo todo lo que puedes -incluidos esos momentos en que no puedes estudiar porque tu cabeza no da para más- 

Ser consciente de tus limitaciones cognitivas, no es fracasar, es ser realista y no autoengañarse. Saber que lo estás dando todo, es la "cuenta" que tienes que rendirte, y pase lo que pase, saber que no podrás reprocharte nada, porque no podías -fisica, cognitiva y literalmente- nada más.

Así que si quieres, sigue acojonada, ansiosa y angustiada, pero sigue caminando. Confía en ti, tu trabajo, tus mejoras. Sabes que puedes, porque sino, no estarías aquí ¿no?

Buena semanita!

1 comentario:

  1. Efectivamente!!! Yo como con los resfriados, a veces me viene la idea de que en el próximo estornudo voy a "palmarla" y resulta que no, que después de un estornudo....siempre viene el siguiente XD. En fin, gracias por pasarte y escribirme, están siendo semanas reguleras, aunque llevo ya unos días mucho mejor. Un besote y a por todas!

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