jueves, 26 de marzo de 2015

¿y dónde dices que está?

El último repaso antes del cante -llámalo repaso llámalo pasar las páginas como un huracán- lo hago siempre en el bus, y el otro día no fue diferente. Mientras repasaba sentí que alguien se sentaba a mi lado, una chica bastante corpulenta que ocupaba parte de mi espacio vital. Si bien en otro momento hubiera hecho por hacerme más pequeñita (recogiéndome sobre mi misma), incluso me hubiera molestado, entonces me pareció algo secundario ¡los civiles reclamaban esa última fracción de segundo! Lo que no esperaba es que esa desconocida me daría para reflexionar.

Al cabo de un rato, oí que me preguntaba si estudiaba Derecho. Levanté la vista el tiempo justo para contestarle que no, que oposiciones. Ella insistió si del Ayuntamiento. Un poco crispada, -en vistas de que "buscaba conversación", lo que para mi en ese momento significaba prácticamente buscar el inicio de la III Guerra Mundial,- sonreí y le dije que no, del Estado. Se hizo el silencio y con un leve suspiro mi respiración indicó a mi mente que podía seguir enfrascada en la lectura. 

No pasaron más de 4 o 5 páginas (vamos unos 10 - 15 segundos en ese repaso exprés) cuando la chica afirmó "pues menuda cabecita debes tener". Esas afirmaciones siempre me descolocan, porque no son verdad, pero en el fondo, tampoco mentira.Contesté aturulladamente, puede que incluso un poco sonrojada, que no, que es más cuestión de horas y de constancia.

Me pareció que con esa respuesta había saciado su curiosidad y pude continuar. Cuando acabé, unas 2 o 3 paradas después de nuestras últimas palabras, la chica al ver mi liberada vista, volvió a entablar conversación. Mentiría si dijera que, para aquél entonces, su curiosidad había provocado en mi otra recíproca, de verme a través de sus ojos. Me preguntó-afirmó la responsabilidad que mi futuro trabajo conllevaba y su importancia, si eran muy difíciles y si había mucha gente que preparaba, entre otras cosas. 

Hubo un momento en que decidí que teníamos la "suficiente confianza" para que yo le preguntara a qué se dedicaba. La respuesta no fue sino demoledora: "ni estudio ni trabajo, vamos que me mantienen mis padres....y el día que no estén, la verdad es que no sé qué va a ser de mi". No fue tanto la frase, ya de por sí durísima, sino esa mirada y el tono en el que lo dijo, de una tristeza infinita. Me contó que estudió un FP de administrativa hace 20 años "cuando aún no se utilizaba ni ordenador" y que ahora estaba completamente desactualizada.

No sabría deciros, pero hubo en ella algo que me hizo hablar más de lo normal -suelo ser callada con desconocidos- y me arranqué a explicarle mi teoría de que esto es solo constancia y fuerza de voluntad, que todo se trabaja, como los músculos. También le hablé de la analogía con empezar a correr, y cómo conseguí pasar de correr 5 minutos a 1 hora. La chica verdaderamente estaba interesada, era como si nadie nunca le hubiera dicho que si te lo propones, todo es posible. Que si quieres algo, solo tienes que poner todas tus energías en ello y lo alcanzarás o al menos lo rozarás. 

La conversación se alargó un rato más, pero antes de bajarse, con la sonrisa en la cara, de gratitud, de descubrimiento, de esperanza (o eso creí ver) me preguntó:

"¿y dónde dices que está la fuerza de voluntad?". 

Solo supe salir del paso, le sonreí y me señalé la cabeza: "Aquí"

PD: Gracias a esa desconocida me dí cuenta de que todos los días no le doy toda la importancia que tiene a ese tesoro que tengo, que es mi fuerza de voluntad para tema a tema ir completando escalones, sin ella sería imposible esta aventura. Así que espero que si esa chica me lee, crea en ella y sus posibilidades, que se esfuerce y dé lo máximo, porque a mi me ayudó, y solo fui una desconocida :)

jueves, 19 de marzo de 2015

Problema-solución (x 2)

No me gusta esa faceta quejicosa del opositor ni esa en la que nos relamemos las secuelas de nuestra profesión unos a otros. Pero la verdad es que hoy necesito expulsar ese sabor amargo que a veces deja este modus operandi que es la oposición. No porque lleve una mala racha, al contrario, sino porque necesito que salga cuanto antes de mi, para poder continuar contando esta aventura como lo que es, un camino que consigue que des más de lo que jamás pensaste que podrías.

Así que allá va:

Vuelvo a estar semiparalizada por el miedo. Cojo temas -sobre todo civiles- y es que me "cago viva" (perdonad la expresión), porque sé que han de ir tan perfectos y que serán mirados con tanta lupa, que me autopresiono de lo lindo. 

Mi solución por el momento está siendo dividirlos por mitades. La primera mitad siempre suelo aguantarla y capearla con bastante acierto, pero la segunda....se me suele hacer muy cuesta arriba porque voy justa de tiempo o porque mi cerebro ya no chuta como al principio. Así que si el tema lo permite, cojo y en vez de empezar por el primer folio de esta segunda parte, cojo el último epígrafe del tema (suelen ser 2-3 folios) y cuando lo he acabado cojo el anterior epígrafe. Y casi sin comerlo ni beberlo, he acabado el tema. Suena estúpido, pero es una forma de autoengaño al cerebro que me funciona bastante bien (y digo "bastante" porque no siempre funciona).

La otra vertiente de la opo que me ha golpeado estos últimos tiempos es la de constatar las renuncias, puede que porque hacía tiempo que no me hacía falta renunciar a nada (la verdad que en parte una suerte). Verbalizar que tienes que posponer algo que te encanta (no es que te guste, ni que te haga gracia, sino que t-e  e-n-c-a-n-t-a) para cuando todo esto pase...esta semana se me ha atragantado un poco, la verdad. No es que haya pasado nada nuevo, ni algo que no supiera que iba implícito en esto, sino que ha sido como esos perros que están atados a un palo y cuando intentan salir corriendo la cuerda les pega un tirón. Esa falsa sensación de libertad...supongo que sabéis a lo que me refiero.

Mi solución, sencilla, pensar que lo que me encanta seguirá ahí cuando apruebe, y pensar que toda decisión lleva implícitas unas desventajas. Digo sencilla, pero no deja de dejarte el corazón compungido. Pero pensemos que cuando seamos titulares de nuestra plaza, otro gallo cantará.

"Después de saber cuándo debemos aprovechar una oportunidad, lo más importante es saber cuándo debemos renunciar a una ventaja"

Benjamin Disraeli

viernes, 13 de marzo de 2015

Un turista despistado


Lo digo con todo el raciocinio del que dispongo, que todas esas horas de estudiar, todas las lloreras, todas las pesadillas, los desplantes y agobios, te están llevando a tu destino. Que hoy no lo veas es normal, es como estar debajo del Empire State y tener que preguntar a un policía que dónde está porque desde abajo del todo no se ve la punta que lo hace diferenciarse del resto de edificios. 

Ese turista despistado eres tu -somos nosotros- preguntando al "policía" (llámese prepa o similares) que si queda mucho, y él con una sonrisa en la cara te contesta que has conseguido cruzar medio mundo, y después de jurar y perjurar en la aduana que NO, que en 1945 no colaboraste con ningún dictador alemán (más que nada, porque en aquél entonces no eras ni un proyecto de proyecto), has conseguido averiguar qué cinta transportadora te devolverá tu ansiada maleta, dónde coger un taxi y a cuánto va la carrera. Has sido capaz de chapurrear el inglés con el recepcionista que resultó ser mexicano, conseguiste un mapa, has sabido que no estás ni en el Down ni en el Up Town, y que en NY la ciudad funciona por número de calles (¡mira como el código civil!), has sabido coger el metro sin perderte, y  has llegado al punto señalado en el mapa, pero ni ves la punta del Empire State, ni nada que lo distinga. Y allí está tu prepa, que dice que si, que ya has llegado, que estás justo debajo, aunque no veas su punta.

Pero... (siempre hay un pero), te dice que todo ese camino era el sencillo, el de las indicaciones claras, en el que había que seguir el punto A para luego hacer el B y así sucesivamente. Pero ahora, tu meta, el piso 102 con el mejor mirador sobre la faz de la Tierra -la plaza- requiere de más tesón, más concentración y sobre todo más estrategia que nunca. 

Sufrirás cada escalón -cada hora de cada día- y tu mente te tratará de retener, porque "son demasiados pisos para ti". Pero en esos momentos recuerda que tu dominas a tu cabeza, y no al revés, y que sí, los primeros 30 escalones estarán chupados, pero a partir del quinto piso ...los pulmones no estarán como el primer cante, ni las fuerzas cuando acabaste el temario y puede que ni siquiera la salud sea la que corresponda a una persona de tu edad. Pero resiste, considerate un superhéroe por seguir subiendo cuando vayas por el piso 30, porque eres testarudo y lo vas a conseguir. ¡¿o no me digas que estando a 102 míseros pisos, después de haber recorrido medio mundo vas a abandonar y te vas a perder las mejores vistas del mundo? 

Así que tu no mires atrás (ahora si que ya no vale) ni para delante (todo sea que pierdas el equilibrio) y sigue subiendo, mirando el escalón de delante (el próximo cante) y sigue....sigue....sigue....el piso 102 está cerca ¡Ánimo!

viernes, 6 de marzo de 2015

"Arremetía pa'dentro"

Esto no es un estado que vaya y venga y que dependa de los días y de los temas. No. Este estado lleva conmigo un (graaaaaaan) "ratito" de la oposición, y en el fondo, solo recientemente he podido localizarlo entre tanto cachivache, sentimiento, artículo y tema.

Además, como los opositores somos tan dados a ocultar "síntomas", o al menos a aparentar la máxima normalidad (todo con el objetivo de autoconvencernos de que somos las personas más equilibradas que hay sobre la faz de la Tierra -carcajadas aquí, por favor), pues aquí nadie habla del tema. Eso, o que el Bipolarum Opositorum se me está yendo de las manos, vaya.

En fin, que esto de estar "arremetía pa'dentro" está definida por la R.A.J.O (Real Academia de la Jerga Opositora) como aquél estado en el que el opositor, involuntariamente y como posible efecto secundario de su intento por retener todo tipo de doctrinas, preceptos, jurisprudencia y alteraciones jurídicas, mantiene el resto de aspectos de su vida retenidos (omítase cualquier interpretación escatológica del asunto, que para eso ya tenemos el "efecto prepa").

En definitiva, que es como si de tanto apretar los "sesos", esté haciendo igual con pensamientos, sentimientos, ideas...Porque en alguna ocasión que ha dejado dar una poquita rienda suelta a todo esto, acabe montando historias de conspiraciones maléficas o de drama-queen incapaz de repetir 2 palabras seguidas o simplemente concatene pensamientos hasta acabar pensando en el pez globo chino sin saber cómo.

¿Cómo darse cuenta? Pues difícil difícil...aquí la "hipoopocondriaca" que ve en sí misma todos los síndromes que pueden afectar a un opositor, se dió cuenta porque me cuesta más expresar mis estados de ánimo que antes. Quiero decir, es como si hubiera puesto 2 barreras impidiéndome que pueda sentir -pase lo que pase- más allá de ellas.

Y diréis ¡genial! y yo digo ¡tu tía!.

Porque te deja un poco de desazón el hecho de ver que a lo mejor no has sido todo lo que efusiva con alguien de lo que realmente sientes. O que a lo mejor te vendría bien cogerte una rabieta, gritar, llorar y patalear, pero "ah! lo siento señorita, esto está al otro lado de las vallas, te arremetes pa'dentro y te apañas".

Hay muchas personas con las que me gustaría ahora mismo ser mucho más efusiva, cariñosa o simplemente, más cercana, pero este encorsetamiento o en terminología RAJO: "arremetimiento", me lo hace un poco más difícil. Sé que es una forma de proteger mi integridad mental y equilibrio (basiquísimo en los tiempos que corren), pero a veces si que echo de menos coger impulso y saltar por encima de las vallas y ale ¡pelillos a la mar!.

Mucho ánimo a los que estáis en pleno proceso pre-examen o inter-exámenes, y vosotros si, mejor bien "arremetíos pa'dentro", hay que estar a lo que hay que estar. Buena semanita!