lunes, 31 de diciembre de 2018

Palabras, el mejor resumen (IV).

Siendo tradición en esta mi casa, trataré de resumir mi año 2018 en un cúmulo de palabras, aunque imagino que me dejaré muchas vivencias para las que nuestra querida RAE aún no ha inventado palabras:

Final Llorar Ser fuerte Eliminar Reforzar Preocupar Ocupar Superar Mejorar Psicología Contenta Horarios 3 Cronómetros Alegría Nervios Ayuda (pedir y dar) Ansiedad Control Gestión  Reto Dominio Completos Colectivo Cantar Cantar Cantar Aquí y ahora Locura Sinrazón Piedad Abrazos Dudas Seriedad Sorpresas Compañía Isabel Coixet Teléfono Ánimos Buenos libros Racionalizar Sentirme fracasada Sentir que podía aprobar Miedos Ilusión Reconstruir Escuchar Fresas Observar Preguntas Respuestas Autoimposición Dureza Bodas  Perdón Montaña Perder Ganar Afonía Familia Mensajes Llorar No sentir Perderse Vacaciones Charlas Pedir Exigir Desaprendiendo.

Lo leo y la verdad da la sensación de que ha sido un mal año, y a pesar de todo, pese al suspenso, recuerdo los 2015-2016 mucho peores que este año. 

A 2018 le pedí que me diera respuestas y ya dicen que cuidado con lo que deseas porque se puede hacer realidad. Respuestas obtuve, desde luego, sin embargo en casi ningún sentido del que realmente me hubiera gustado recibir. Así que a 2019, con la boca chica, pediré claridad de pensamiento, para poder tomar decisiones sabias (por lo pronto saber dónde quiero ir profesionalmente).

Os deseo muy feliz entrada de año a todos, que no os atragantéis con las uvas y que pidáis...pero con cabeza :p



jueves, 27 de diciembre de 2018

¿Y ahora qué?

Mis deberes
Cuando estaba en plena faena, fuera el momento que fuera, me traía un poco al pairo que me preguntaran 200 veces cuándo salía la convocatoria, si me había examinado, si no es que llevaba mucho tiempo ya preparando...Sencillamente porque sabía hacia dónde iba o al menos, hacia dónde quería ir.

Sin embargo este tiempo en que (sigo) sin saber qué me pide el corazón (porque el cuerpo lo que me pide es volver a nacer para preferir la media antes que los sueños personales) la pregunta que me irrita y en algunas ocasiones me saca de mis casillas es "bueno, ¿y ahora qué?". Probablemente me molesta tanto porque yo misma no paro de machacarme con ella. Me levanto y ahí está, me voy a por el pan y ahí me encuentra, estoy fregando y aparece. ¿Y ahora qué?. Pues sigo sin saberlo.

Hay días en que me levanto y digo, mira, me paso a otras oposiciones, serán unos "x" temas más y total, estudiar ya sé. Pero entonces entra el bucle: "pero no sabes si serás capaz de enfrentarte a un tribunal y a lo mejor tu problema es ese", "ufff...solo pensar en volverme a pasar ¿1?¿2 años? más con esta vida", "y si no apruebas volverás a las mismas, pero con más años y con menos opciones". 

Y otras mañanas me levanto pensando que haré el master, que aprenderé cómo se ejerce y me lanzaré a la piscina. Pero entonces empiezan las cábalas en el otro sentido: "¿máster online o presencial?Porque si es presencial hasta finales de 2019 no empiezan pfff...", "¿y si no soy capaz?¿y si me pasa como con la oposición que lo veo de primeras todo bien y al final me vuelvo a estampar contra mis límites?", "¿y si no soy capaz de ganar para vivir?".

Cuando pienso en seguir opositando, a veces me da la sensación de que me agarro a lo que "conozco" por miedo al "ahí fuera"; y cuando pienso en el ejercicio privado, acabo pensando que lo hago por despecho (una amiga me dijo que hablaba de la oposición como si aún fuera mi novio, así que lo de despecho encaja bastante bien).

Pienso que trabajar me devuelve algo que la oposición no te da -o al menos a mi no me ha dado- que son éxitos, un poco de aire; pero por otro lado, todo lo que sé, el dominio de los temas, se irá evaporando y más lejos estaré de ser servidora pública.

Sigo echa un lío, como véis. Así que sí, cuando me preguntan el "¿Y ahora qué?" se me queda cara de besugo, balbuceo y me escaqueo con un "estoy de vacaciones, después de Reyes, veremos", pero por dentro, mientras lo digo como si no pasara nada, estoy cagada de miedo, porque sé que llegarán Reyes, seguiré sin saber pero con la obligación autoimpuesta de tener que tomar una decisión. 

Espero no desanimar a nadie con esta parte de mi historia, que quién sabe, a lo mejor tiene un final feliz. De hecho, en el fondo sé que la tendrá, pero probablemente mucho más tarde de lo que a mi me gustaría.

martes, 18 de diciembre de 2018

La verdad.

Hola, bueno, la verdad es que llevo un tiempo escribiendo y no estoy estudiando. Estoy de vacaciones, de esas que un opositor preferiría no tener. Las vacaciones tras un suspenso.  En otras circunstancias no hubieran durado más de 15 días, pero en esta ocasión es diferente, ya que me había propuesto que si esta vez no lo conseguía, dejaría este camino.

 Y hablo en pretérito imperfecto porque, como suele decirse "tengo la picha hecha un lío". Pocos días después del suspenso me vino a la cabeza la idea "¿y si sigo?". Que esa idea siga en mi cabeza es un poco drama (drama entre todas las comillas del mundo posibles) porque es añadir una opción que pensaba que estaba descartada. Así que me debato entre seguir en este camino (aunque sigue haciéndome ilusión, veo lejos que la decisión se incline por esta vía, como ya explicaré en su momento), pasarme a otros oposiciones (pero me da un asco tremendísimo volverme a encerrar en mi cuarto para hacer "lo mismo", además de tener que luchar contra mi prejuicio de "solo quieres ser funcionaria y te da igual a qué"), o hacer el dichoso máster para el ejercicio profesional (y me da sudores fríos solo pensar en la precariedad laboral que leo que existe en el sector).

Del examen hablaré en su momento, simplemente apuntar ahora que las oposiciones no son un sistema de selección justo, pero es un sistema como otro cualquiera. No necesariamente se selecciona al que más sabe, sin desmerecer a los que aprueban.

Esta vez el palo fue grande, porque pensé que si que iba por buen camino, lo había trabajado todo, aún así, tengo que ser justa, y mi autopresión es probable que me traicionara, porque hice algunos temas bastante por debajo del nivel con que me los sabía.

Esta temporada estoy escuchando todas las opiniones e historias posibles, para hacerme una idea global y así tomar una decisión. Hasta que no la tome prefiero seguir en el anonimato de a qué oposición he estado optando. Sin embargo, mientras tanto, se agradecen todo tipo de historias, consejos y opiniones.

Mucho ánimo!


domingo, 9 de diciembre de 2018

C(V)alor humano

La vida  te da lo que necesitas en el momento y lugar oportuno, y yo este año, en concreto en los últimos meses, he recibido un sopapo interestelar del que aún no acabo de salir.

No estoy sola y hay personas que me aprecian de verdad.

Ese es mi sopapo, si. Simple ¿eh?. Aún así sigue, en parte, siendo inconcebible para mi. Es como si la vida me hubiera zarandeado hasta decir basta. He recibido más de lo que he podido dar en mi vida. Por gente que lleva aquí décadas, un lustro, años, meses o un pequeño puñado de días. Ha habido veces que me he dejado ayudar y otras no tanto (ojalá haber podido superar esas veces mi inseguridad y dejarme ver otra vez vulnerable).

La oposición puede ser la más perra de las compañeras, puede quitarte en ocasiones las ganas de todo o incluso hacerte pensar que nunca volverás a sentir ese calorcito en el corazón que hace que la vida sea vea de colores, o meterte ideas en la cabeza que cada vez son bolas más grandes (y por ende cada vez más inasumibles). 

Pero lo cierto, es que a mi me ha dado cosas -más que cosas, aprendizajes- tan valiosos como el mayor de los diamantes. Me ha enseñado a dejarme ayudar; a superar (las más de las veces) mi orgullo, agachar la cabeza, pedir disculpas y reparar mis errores; a ver que tus límites están mucho más lejos de lo que tu cabeza cree; que también tengo límites, aceptarlo y asumirlos, sin más dramas (aunque esto cueste más de un run-run).

Pero sobre todo, he aprendido que hay personas que te valoran por los valores que llevas como estandarte, que te aceptan con tus imperfecciones, que te dejan ser quien eres (y sonríen cuando les muestras tus vulnerabilidades como diciendo "es normal, acéptalos, aprende de ello y supéralo, yo estoy aquí para ayudarte"). 

Con esta suerte ¿cómo me voy a quejar?¿cómo voy a sentirme una fracasada? Y es que, me doy cuenta, que la oposición exige aislar y "olvidar" partes de uno que no casan con las horas de estudio y este estilo de vida. Hay veces que hace taaaanta falta recordar que uno es algo más que una maquina escupiendo datos; que tienes filias y fobias más allá del estudio; que tiene hobbies que llevan más tiempo que las 24h de descanso; que eras quien organizaba planes y solo quería seguir descubriendo el mundo; que antes no tenías tantos miedos como ahora; que tu ciudad se te quedaba pequeña aunque ahora te parezca un planeta entero...

Solo eso, la vida sirve lo que necesitas. Por duro, miserable, mezquino o improbable, por genial, sorprendente o imprevisible que parezca. Al final depende de uno mismo sacar las conclusiones y actuar en consecuencia. 

Ánimo a todos!! Y gracias, vuestro calor también me llega.


domingo, 2 de diciembre de 2018

Vueltas.

"Días preexamen. Vuelta 1 mes. Puedo, puedo, puedo. Vamos, vamos, vamos. Que ayer llegara a acabar el planning no quiere decir que esté hecha a la rutina. Corre. Cinco minutos, otro más. Me paso 7 minutos, en el próximo tema los recorto. Me saturo y me voy al baño a hacer pis (a ver si con un poco de suerte se me traga la taza del váter). Vale, no, así solo perdemos. Respira. El estrés es un reto, no una amenaza, así lo propusimos.

Una hora máś. 3 minutos recuperados. Vale, bien, al ataque. Tema fácil, tema difícil, y en bloques de dos parece que compensas (bendita estadística, si así fuera, serían dos ni fáciles ni difíciles). Pipipi piiii pi pipipi piii. ¡Yuju! ¡A comer! Media hora y otra media de descanso.

Y seguimos. No me he enterado de qué hemos hablado en la mesa. Seguimos. Otra materia. Ay si, fácil, hasta la siguiente parte del tema, es como girar la esquina y que te esté esperando un atracador. ¡Aaaargh! ¡A correr otra vez!...".

Texto inacabado en un momento de delirio. Desahogo y sigo. Ánimo.