viernes, 24 de marzo de 2017

Fe de serenidad.

Esperando estas semanas a que me llegara la inspiración y estando, como está, missing, no querría dejar de plasmar esta circunstancia en esta bitácora "internáutica". Puede que lo extraordinario trate de darse cuenta de la cotidineidad, no como rutina, sino como serenidad.

Estoy muy a gusto estudiando, con la serenidad que requiere retener conocimientos entendiendo su complejidad y relación con los anteriormente adquiridos. Y es que hay algo que siempre se me había estado escapando: la velocidad de cante es inversamente proporcional a la rapidez con que lo estudies. Esto es, a mayor rapidez y más fluido cantes, más horas habrás tenido que invertir en el tema. O al menos eso me pasa a mi.

Estudiar un artículo tratando de concatenar tan rápido las palabras como lo haces en un cante final es imposible, bueno, es posible pero con un resultado pobre en el corto y largo plazo. Estudiar en primera vuelta un tema mirando el tiempo y con el nervio en el estómago porque "no llegas", supone que el esfuerzo lo estás repartiendo a partes iguales entre lo que es estudio puro y simple y en meterte presión (es decir, en perder el tiempo). Claro, absolutizar esto sería un error también. Debería ser entendido en no mirar el tiempo, siempre que no te quedes mirando las musarañas contando las gotitas de gotelé del cuarto. Un minuto bien invertido en un folio, es 5 segundos más de fluidez al cantarlo y 5 minutos menos de estudio en la siguiente vuelta (cálculos no sujetos a comprobación ante Notario, vamos que me los he inventado para que se entienda lo que quiero decir :p).

Así que sigo estudiando serena, con algún vuelco al corazón y un pie en el abismo, cada vez que pienso lo que llevo y lo que me queda (porque me queda....ufff). Pero en seguida pienso en la punta de la nariz, cierro los ojos, respiro y sigo. Y así pasan los días y los cantes, y aquí seguimos. 

Lo cierto es que acabo las semanas agotada, puede porque lo esté dando todo. No porque estudie aquellas famosas 15 horas que tanto dolor de cabeza me dieron, pero mis buenas horas si, pero sobre todo muy muy intensas. Sigo contenta, y es lo importante. Cada vez que el prepa me pregunta qué tal la semana, siempre acabo diciendo la frase de "animada, que es lo importante". Aquellos meses de hielo, que dejamos atrás (toquemos madera para no gafarnos ahora), me sirvieron para darme cuenta de que con ánimo todo es más fácil, o al menos, más llevadero. Al fin y al cabo, opositas tu contigo mismo.

La contra de estos tiempos -por decir alguno- es que como acabo tan cansada, tengo pocas ganas de socializar, de que me saquen de mi rutina de descanso (sí, soy tan opositora que tengo hasta rutina de descanso jajaja). Pero bueno, no hay que dejarse vencer por estas tendencias naturales, y me fuerzo a salir y ver a gente que sé que me hace bien (y alguna que no tanto también, para darme cuenta de la suerte que tengo). 

Así que aquí está mi fe de serenidad. Todo marcha. Todo funciona según lo que no llegamos a planear. Todo va sobre ruedas.

"Serenidad no es no tener tormentas, sino encontrar la paz dentro ellas".

PD: Lo conseguiremos!!

viernes, 3 de marzo de 2017

Bolonia y oposiciones.

En una búsqueda rápida sobre qué efectos puede tener (si los tiene) la total implantación del Plan Bolonia en las Universidades españolas, no he encontrado ningún documento en el que se reflexione sobre el asunto y sus posibles efectos en el nivel de conocimientos de los candidatos a oposiciones jurídicas.

Me consta que en algunas oposiciones ya se han planteado verdaderos problemas por el bajo nivel de los opositores frente al que tenían los de décadas pasadas cuando empezaban. ¿Nos preparan bien las universidades para afrontar oposiciones a Cuerpos Superiores con el nivel que se exige (y que desde luego ni se va a bajar ni es bueno que se baje)?

Mi experiencia, como curso conejillo de indias que fui, del famoso Plan Bolonia, es que no se me formó lo suficientemente bien como para tener un conocimiento aceptable del Derecho. Sé que la universidad no aspira a convertir al alumno a un todopoderoso jurista -el reconocido prestigio ya sabemos que solo se consiguen con 15 años de ejercicio o más- pero a mi no me dieron esos mínimos que deben quedar a fuego en el cerebro de un licenciado en derecho (ahora graduado). 

El ejemplo que siempre pongo, porque verdaderamente es vergonzoso, es salir de la universidad sin saber cuáles son los elementos esenciales de un contrato (a partir de los cuáles puedes jugar y montar alegaciones prácticamente infinitas). Y reconozco que yo salí sin saberlos. Es cierto que en clase se dieron -adelanto que no fui mala estudiante- pero puede que el modelo de 1 hora de clase 4 o 6 horas de trabajo en casa no es adecuado, si esas 4 o 6 horas las tienes que dedicar a ampliar materia ¡cuando ni siquiera sabes la importancia del elemento ESENCIAL!.

Es más, aprobar asignaturas sin mirar un solo código porque lo que vale es un manual con la opinión de un señor (más o menos importante) no debería permitirse, simple y llanamente. Sé que el "manual del profesor" fue, es y será el salvavidas de todo estudiante, pero es que si no lees una ley, si no te paseas por ellas "por error" (aunque sea mientras pasas las páginas hasta el artículo que buscas), seguirá siendo algo ajeno a ti, y un abogado tiene como herramienta de trabajo los textos legislativos como una addenda corporal.

Y está muy bien ¡genial! que te enseñen a buscar jurisprudencia, a que te saques los temas de las mangas y hagas presentaciones de 10. Son herramientas para funcionar en un mundo globalizado en el que la creatividad, la adaptación al cambio y el marketing personal son fundamentales. Pero quizá se les pasó el pequeño detalle de la necesidad de conocer los textos jurídicos bien, con sus esenciales y algun extra a poder ser.

¿Y donde encaja el modelo de oposiciones español en ese plan de formación en habilidades? No todos los países europeos tienen oposiciones, por lo tanto, este Plan no les supone problema. Pero claro, nos encontramos con nuestras particularidades en el acceso a la función pública, y la dificultad de que en la universidad te enseñan habilidades menos la de memorizar. ¿Cómo encaja eso el alumno cuando se mete a una oposición en que no cuenta otra habilidad que la memorística? Pues mal, ya os lo adelanto.

He hablado de mi, que fui pre-Bolonia. Os cuento ahora de los "Bolonios" de los que me han contado. Por un lado, del sector privado, me dijeron que los que hacían prácticas llegaban teniendo menos idea que los que llegamos de mi quinta, con menos contenido en las asignaturas  (¡mete una carrera de 5 en 3-4 años! (que además las estadísticas tienen que salir que este plan es la leche lo que el país necesitaba)) y por tanto menos capacidad de resolución (claro, de donde no hay no se puede sacar).

Por otro lado, del ámbito de las oposiciones. En general, llega gente sin ganas (¿achacable también a la sociedad del "no esfuerzo"?), sin compromiso y pensando que esto se aprueba en 2 tardes. Pero sobre todo, gente con conocimientos escasos, en un camino en que necesitas tener una buena base para tirar hacia delante. Así, si unes poco esfuerzo con mala base, nos queda un apaga y vámonos.

Obviamente, el compromiso y el esfuerzo irá con la persona, pero lo que no cabe duda es que quieren europeizar un ámbito (el estudio jurídico) que para mi no se puede convertir en un mero cúmulo de habilidades. O bueno, que lo europeicen pero entonces, cambien a un sistema de oposiciones en el que se valoren las habilidades, que al fin y al cabo es lo que no enseñan desde Primaria (para mi otro GRAN error, pero ese es otro epígrafe del programa :p).

PD: siento la chapa pero es que esto tenía que sacarlo por algún lado o explotaba :)