Si aún no te lo han llamado, al tiempo. Bueno, eso o tu prepa es menos directo que el mío. Así nos llama a los viejales que llevamos un tiempo en el convento. A mi me lo empezó a llamar, para mi gusto, un poco prematuramente. Pero ahora ya, me siento en disposición de asumir ese rol, de tomar posesión "del cargo".
Porque si, soy la perro viejo del grupo. Todos los que empezaron conmigo lo han dejado, nadie aprobó. Solo una persona cogió una puerta que, mágicamente se le abrió, y consiguió aprobar otras oposiciones. Después de unos meses de todos estos acontecimientos, ir a cantar ya es solo ir a cantar, ya no es encontrarte con tal o cual, o luego quedarte un poco más para comentar la jugada, el humor del prepa del día o simplemente echarte unas risas por cualquier cosa.
Siempre encontrabas de qué hablar, unas palabras con las que ya sabías si la persona tenía un buen día o si había tenido un mal cante. No hacía falta decir nada, si le veías salir con los ojos llorosos, te atrevías a mirarle a los ojos y con una mirada le decías que ánimo, y con otra mirada te daba las gracias. O luego por whatsapp analizabamos nuestros respectivos cantes y deducíamos si es que lo habíamos hecho tan mal o realmente solo el prepa tenía un mal día.
Ahora, sin embargo, no sé si los más jóvenes tienen una limitada capacidad de conversación...o simplemente me ven como el fósil de la oposición. Si que es cierto que, cuando empecé, a los "mayores" apenas me atrevía a hablarles o les tenía una cierta veneración reverencial, pero con el tiempo acabé tener conversaciones algo fluidas con ellos. Ahora sin embargo, todo parece distinto.
En otra de las cosas en que lo noto, es en los "trucos" del prepa. Sé cuándo nos mete caña con razón y cuándo la mete solo para que no nos durmamos en los laureles. Tiene sus ventajas, pero también sus incovenientes.
Es raro entrar en este "club de los perros viejos", más aún cuando lo eres por los años, pero no por las probabilidades de éxito en la próxima convocatoria. Unas semanas atrás, esta idea me bombardeaba el cerebro, pensando en que todos los que empezaron conmigo estaban avanzando en el camino, sin darme cuenta, de que no es así. Están avanzando en otros caminos, pero en este no. Tuvieron que coger una bifurcación, o atravesar la maleza hasta llegar al paralelo, o incluso coger otro perpendicular o tangencial, pero no este. Comentando esto con gente que me quiere, siempre me dicen que me tendría que sentir una vencedora, por seguir y resistir. Pero me cuesta. Porque yo me veo en mi cabezonería, una cabezonería más.
El otro día hablando con un amigo sobre esto mismo, me decía que el cuerpo te pide cuándo parar, cuándo ya es suficiente, a lo que yo le respondí, que sé que soy tan cabezota, que con 80 años podría seguir aquí (y no es plan, seamos claros), creo que mi cuerpo no está bioquímicamente preparado para emitir esa señal, cuando mi cabeza (o/y corazón) lo quieren.
También esta semana recibí una mala noticia, ajena a mi, pero en relación con la oposición, y me ha afectado un poco más de lo que debiera. Los caminos de cada uno, son distintos, y lo que sucede en el de uno, no tiene porqué suceder en el propio, aún así siempre tendemos a hacer nuestros caminos similares. Eso, unido a temas densitos, me han hecho flaquear un poco los ánimos. No tanto como hace unos meses, pero los tengo un poco más bajitos.
Así que nada, todo sea pasar este chaparrón de temas y ponerles luz, para que en la próxima pasada brillen más que el sol.
No estancarse es avanzar! Ánimo!